La destrucción del castillo: la Gran Guerra Irmadiña

Compostelanos, campesinos, caballeros y eclesiásticos se reúnen en Santa Susana, un robledal a las puertas de Santiago, y marchan contra el castillo.

El último gran episodio bélico que afectó al castillo y que es la causa principal de su desaparición tuvo lugar en el año 1467. Pese al monumental despliegue tecnológico, orgullo de un mundo medieval en transición a la modernidad, el castillo cayó delante de la desesperación del pueblo en armas.

Durante dos siglos, la fortaleza fue el símbolo de todo un sistema sociopolítico. Pero también fue un gigante con pies de barro, porque el sistema de explotación feudal estaba basado en la coacción, represión e injusticia. Y contra la injusticia nada pudieron hacer murallas, lizas y bombardas. Convocados en la colina de Santa Susana, compostelanos, campesinos, a los que se unen también algunos caballeros e incluso eclesiásticos, forman Hermandad y se dirigen hacia A Rocha, con la intención de atacar el castillo y derrocarlo definitivamente.

No tenemos noticias precisas de cómo se desarrollaron los combates, pero la arqueología nos permite saber que fueron muy intensos: fuego para destruir el interior de la fortaleza y debilitar las murallas, constante cruce de saetas de ballesta y bolaños de trabucos... cargados de la aversión y la rabia de años y años de abusos y atropellos. Abusos de los que se quejaran al Señor, que los llevaron a acudir en solicitud de auxilio al rey y, finalmente, tomar la justicia por su cuenta.

Las torres y murallas cayeron y el castillo quedó herido de muerte en la Gran Guerra Irmandiña. 

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