Gran parte del yacimiento arqueológico de Rocha Forte estaba cubierto por las piedras procedentes de las paredes de las torres y murallas del castillo. En este impresionante derrumbamiento, se esparcían por el suelo sillares de granito, bolaños de artillería y algunas piezas esculpidas con cincel. Cada una de esas piedras tiene una historia y una función diferente. Concretamente, la que vemos en la imagen es un fragmento de una pila de agua bendita.
Su uso continuado en el tiempo puede apreciarse en la cara interna, desgastada y pulida por la acción del agua. Este pequeño fragmento escultórico, con la típica decoración a modo de vieira, nos remite a uno de los misterios de la fortaleza todavía no desvelados por la arqueología: la ubicación de la capilla del castillo. En la documentación del pleito Tavera-Fonseca existen referencias a la llamada «torre de Santa Eufemia», en la que estaba «la iglesia de la adbocaçion de la dicha santa». Los testimonios aportan distintas versiones, ya que algunas señalan que la hermita estaba en la torre, otras que estaba por debajo de ella o señalan, simplemente, que estaba en el interior del castillo.
Las recientes excavaciones arqueológicas no permitieron clarificar la ubicación do edificio, ya que no hai cimientos ni estructuras vinculadas a la capilla en el espacio próximo a la torre. Esta circunstancia mantiene abiertas las hipótesis de que estuviese integrada como dependencia interior en ella. En este contexto, la capilla sería el centro simbólico del recinto. Debido a la convulsa situación política, el arzobispo pasaba largas temporadas en el castillo, en donde se llevaban a cabo celebraciones litúrgicas a las que acudirían la nobleza y la comitiva del prelado .