Lo que más llama la atención de Rocha Forte es la cantidad ingente de proyectiles de catapulta o trabuco que se esparcen por el yacimiento, disparados por sitiadores y defensores del castillo. El peso de las piedras va de los 150 hasta los 5 kg, lo que nos remite también al uso de pasavolantes o bombardetas.
La lucha medieval no se basasaba en el combate cuerpo a cuerpo, por más que la literatura caballerescal o idealizase. Lo primordial era la conquista de enclaves fortificados, la destrucción de sus defensas, el derrumbamiento de torres y el acceso al interior de las plazas fuertes. Aquí aparece el uso de las máquinas de guerra: catapultas o trabucos para lanzar bolaños de piedra con los que hundir las murallas del castillo, o para responder desde él y romper el cerco del enemigo.
Estas máquinas de guerra tenían un poder muchas veces disuasorio, por lo que su presencia ya llevaba en ocasiones a que los defensores entregasen el castillo sin oponer resitencia. Aunque hay otro invento militar usado en los asedios y del que también tenemos constancia en Rocha Forte: la torre de asedio o bastida. Una torre movible, hecha de madera, con la que poder llegar a la altura de las murallas y acceder al interior de la fortaleza.
Los proyectiles que encontramos se corresponden únicamente con los ataques finales de los Irmandiños contra la fortaleza. También hubo armamento de artillería activado con pólvora, sobre todo bombardas y falconetes. Armas de vanguardia y otras más básicas y primitivas convivían en las batallas de la época. Atacantes y defensores echaban mano a menudo de piedras menores, que también se recogieron en las excavaciones.
Imagen del equipo de excavación.
Imagen del equipo de excavación.
Imagen del equipo de excavación.
Imagen del equipo de excavación.
Imagen del equipo de excavación.