Las dependencias del castillo estaban protegidas por un fuerte recinto amurallado, con la entrada principal situada en la cara noroeste. La muralla tenía cuatro torres circulares (una en cada una de las esquinas) y tres torres cuadradas, una en cada uno de los muros, excepto en el noroeste, en el que se encontraba la entrada.
Tanto las torres como la muralla habrían tenido saeteras en las paredes y merlones en el remate superior, y por detrás de ellos pasaría el camino de la ronda.
Algunos testimonios del pleito Tavera-Fonseca hacen referencia a otras dos cercas que rodearían concéntricamente la primera, pero la arqueología solo nos permitió constatar la existencia de una de ellas, que contorna a muralla reproduciéndola con un muro más bajo. Se trata de la antemuralla o falsabraga: su función era proteger la muralla interior de los ataques de la artillería, los proyectiles de piedra y dificultar aún más el acceso.
La liza o espacio vacío que queda entre estas dos murallas, fue utilizada como vertedero, de ahí que en ella se recogiese abundante material arqueológico.