La historia contrafactual consiste en imaginar supuestas realidades del pasado que no tuvieron lugar. Imaginad que el temblor de tierra de Lisboa de 1755 destruyese para siempre la catedral de Santiago. Excepto algún grabado o plano arquitectónico que se conservase, tan sólo quedaría la memoria viva de la xente para reconstruir la fachada del templo.
Eso fue exactamente lo que ocurrió con Rocha Forte. Un temblor social acabó con la fortaleza de forma traumática. Los irmandiños no dejaron piedra sobre piedra, tal era la aversión que sentían por este símbolo de la opresión feudal. Pero la época de las Hermandades también supuso el fin del mundo que el castillo representaba. Tras la pacificación del Reino de Galicia por los Reyes Católicos, aquel tiempo de arzobispos guerreros y luchas entre Concellos y señores pasó a la historia. Un vago recuerdo les quedaba a los más ancianos y ancianas del lugar.
A principios del s. XVI, un litigio por la propiedad de los castillos de la mitra compostelana hizo que los escribanos y notarios del templo pusiesen por escrito las declaraciones de octo y nonagenarios que vieran con sus propios ojos el castillo de Rocha Forte en todo su esplendor. Este pleito se conoce con el nombre de Tavera-Fonseca.