El incremento de los delitos señoriales, cometidos por gente como el terrateniente del castillo, condujo a una progresiva concienciación popular de la necesidad de justicia antiseñorial. Esto llevó a los ciudadadnos, en 1458, a crear una Hermandad para sacar a la ciudad de Santiago y otras del señorío del mandato del arzobispo de Rodrigo de Luna.
Las alianzas entre ciudades y caballeros dieron lugar a una guerra, durante la cual el castello fue cercado y atacado, y que es conocida como Gran Guerra Irmandiña. La insurrección había estado fraguándose desde hace tiempo. Los irmandiños fueron una comunidad de agraviados, que construyeron campamentos de asedio delante de las fortalezas señoriales y cuya ideología se basaba en dos puntos fundamentales:
Los estudios de los delitos cometidos desde las fortalezas, en esta etapa, ponen de manifiesto la radicalidad de la situación en el rural. De ellos también se deduce que el campesinado es el sector social más afectado por los abusos y que, por si mismo, protagoniza el cambio de rumbo de las Hermandades hacia una postura más radical, que termina con la destrucción de los castillos.