El castillo de Rocha Forte era algo más que una residencia arzobispal. Las fuentes escritas dibujan la fortaleza como una auténtica ciudad, en la que no solo residían el alcaide, los soldados y la comitiva del mitrado. Además del servizo doméstico, también trabajaban y vivían allí artesanos, herreros, carpinteros y labradores. El mantenimiento de personas y animales dependía de los suministros foráneos, pero también de la propia producción de alimentos.
En las guerras de asedio, como las que vivió Compostela y el castillo, el control del abastecimiento era primordial para contribuir a la entrega de la plaza. Durante los sitios, dependía del almacenamiento de agua y alimentos en el interior de la fortaleza. La zona de A Rocha era trabajado por sus habitantes, sobre los que recaían todas las cargas fiscales y malos usos de la tropa del alcaide del castillo. Estos campesinos garantizaban la supervivencia, no solo de los habitantes de Rocha Forte, sino de todo el sistema de explotación feudal.
Las excavaciones arqueológicas muestran evidencias materiales de esta actividad de mantenimiento y subsistencia. Además de las armas que nos remiten a un mundo dominado por la guerra y la violencia, en el castillo también aparecen herramientas agrícolas como una muela circular de granito para moler cereales. Durante el asedio, los habitantes del castillo no podían utilizar los molinos hidráulicos situados en los ríos próximos, por lo que estos molinos móviles eran fundamentales para moler el cereal y hacer pan. También aparecieron restos de otras herramientas como los que aparecen en la galería de imágenes.