Cuñas y cinceles

Útiles para la construcción de un castillo roquero.

Cuñas y cinceles

El solar elegido para levantar la fortaleza está formado por un conjunto de afloramientos graníticos que fueron desbastados por los canteros. El nombre de Rocha Forte hace referencia a un tipo de recinto conocido como castillo roquero, muy extendido por el noroeste de la Península Ibérica. Las recientes excavaciones pusieron al descubierto las hendiduras para cortar la roca y la ingente labor que hizo falta para habilitar una zona llana sobre la que construir el centro físico y simbólico del recinto militar: la torre del homenaje. Ubicada en el punto más alto, en la zona más visible, esta torre era de las más monumentales de la Galicia del momento.

La labor de los canteros anónimos que erigieron y ampliaron la fortaleza entre los s. XIII y XIV quedó patente en las huellas sobre la roca y las marcas de cantero que dejaron en los bloques que moldearon. Las excavaciones también proporcionaron información sobre las herramientas utilizadas para romper y trabajar la piedra, como cuñas y cinceles. Las condiciones de humedad y de acidez del suelo hicieron que se conservasen únicamente (y de mala manera) las herramientas de hierro y piedra. De todas formas, debemos recordar que otras estarían hechas en madera y que muchas de las estructuras del propio castillo no se conservaron por estar hechas en materiales perecederos.

Tras la destrucción de los irmandiños, los canteros volvieron a las ruinas del viejo castillo. El arzobispo decidió aprovechar los bloques de los muros y llevarlos al castillo emplazado en Pico Sacro . Esta evacuación de la piedra fue dirigida por el cantero maestro de la catedral, que hizo un buen trabajo ya que el expolio fue sistemático. Solo conservamos los restos que estaban bajo el nivel del suelo que se veía en aquella época. Esta limpieza hizo que ya en el s. XVII apenas quedasen restos visibles en superficie. En mayo de 1617, Gaspar de Arce y Francisco Gómez Araúxo (maestros canteros) y Xoán Varela y Afonso de Beado (maestros de carpintería) visitaron «el sitio donde llamaban la Rocha, y se dize aver avido una torre» para tomar, sobre el terreno, datos para justificar una posible reconstrucción de la fortaleza.

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