El castillo de Rocha Forte era la proyección exterior de la catedral-fortaleza de Santiago, la verdadera cabeza eclesiástica, administrativa y militar del señorío de los arzobispos de Compostela. A lo largo de los s.XIII y XIV empiezan a hacerse nuevas construccións en ella para mejorar su capacidad defensiva. Estos cambios fueron iniciados por el arzobispo Rodrigo de Padrón, pero se acentuaron especialmente con Berenguel de Landoira.
La diferencia entre las modificaciones de uno y otro es también simbólica, ya que Berenguel le otorga un verdadero carácter ofensivo, construyendo una serie de torres situadas estratégicamente para proteger el edificio y reforzar su imagen de poder con respecto al exterior. Mientras que Rodrigo de Padrón intentó mejorar la protección de la basílica y sus tesoros, Berenguel convierte la catedral en un verdadero alcázar y pasa de la defensa pasiva a la activa.
La construcción del alcázar compostelano no es un hecho aislado, sino que se refleja también en otras catedrales del momento, como la de Tui. También responde a los cambios que estaba sufriendo la arquitectura militar: el paso de la fortaleza románica a la gótica y a la defensa activa, que supuso una serie de reformas en los castillos gallegos de la época.